18 diciembre 2006
Bienvenidos de nuevo, queridos internáufragos!
Con este segundo post pretendo hacer creer al tribunal que soy una persona trabajadora, perseverante, y capaz de mantener una regularidad en la publicación; con la esperanza de que me devuelvan la custodia de mi lóbulo frontal (o por lo menos me dejen utilizarlo los fines de semana).
Como breve introducción para aquellos que no conozcan de mí más que lo que en estas páginas leen, comentaré que me encuentro en Cádiz, gozando de una fantástica beca Séneca del estado que me permite no tener que trabajar para mantenerme.
De este modo, puedo finalmente dedicarme por completo a los estudios, día tras día y mes tras mes, profundizando cada concepto del saber hasta acabar siendo UNO con la Medicina; y flotar, ya por siempre jamás, en las arcanas esferas de la Sapiencia Galénica. Al menos esa es la versión que tienen en el Ministerio.
Sin embargo, compañeros, todos sabemos que entre teoría y práctica hay un margen de diferencia. Y que éste varía en función de la capacidad de cada uno para sobrellevar la ardua tarea de conducirse rectamente por los cauces de la vida, discurrir por el sendero del bien, lograr resistir las tentaciones y estar en casa a la hora de cenar...
Exacto. No estoy haciendo un carajo.
Dicen que cuando realmente quieres algo, suceden cosas... Que si en el fondo de tu corazón eres veraz, alcanzarás tu objetivo por difícil que parezca.
Dicen que, si deseas algo con mucha fuerza, todo el universo conspira para que realices tus sueños...
Sin embargo, a las dos de la mañana, cuando la cena ya está fría, las velas se han apagado, te has bebido todo el champán y Britnispirs sigue sin aparecer, llega un punto en que decides aceptar la realidad y mandar a Paulo Coelho a tomar mucho polculo.
Porque no hay que olvidar, señores, que en la ecuación del éxito, para bien o para mal, también juega un importante papel el factor circunstancial. No solo se trata de la magnitud del deseo si no también de las circunstancias acompañantes. No es solo el CUANTO, también es el CÓMO.
Por poner un ejemplo, uno puede ser un profesional, contar con una buena preparación, trabajar duro para hacer una temporada impecable... pero tener un coche que no está en condiciones y, en la última carrera, quedarse parado cuando solo faltan 500 metros para alcanzar la meta.
Por el otro lado, uno puede ser un alcohólico con medio cerebro, contar con los dedos (o sea, hasta diez) y no haber dado un palo al agua en toda su vida... pero tener un padre que le apoya para seguir con el negocio familiar y, finalmente, acabar alcanzando la meta más inimaginable.
Y ahí están ambos. Uno anunciando Citröens y el otro presidiendo los EE.UU.
Y es que no hay que olvidar que el contexto influye determinantemente en el resultado final.
Así las cosas, pues, podría afirmarse que en mi caso la culpa por no haber hecho nada hasta ahora no es mía, por dejarme arrastrar por la corriente de las interminables fiestas gaditanas, si no de éstas, por estar siempre ahí (y no terminar nunca...)
Pero a todas luces esto no es así. Hay algo más...
Es cierto que, por un lado, uno está inexorablemente sometido a la influencia del ambiente que le rodea (sea éste favorable o no), y ahí es donde subyace el factor circunstancial.
Como dijo el maestro Yoda:
Que la fuerza os acompañe
09 diciembre 2006
Volver. Así es amigos...
Recién despertado tras 5 meses en coma (fruto de una desafortunada caída desde 18 metros de altura) y sin la menor intención de responder a la pregunta ¿Que caray hacías ahí subido con unos prismáticos? hoy, 9 de diciembre del 2006, he decidido volver.
Así pues, con la frente marchita, las nieves del tiempo plateando mi sién, y el resto de handicaps que reza el tango, me dispongo a reemprender el relato virtual de mi experiencia vital.
Dicen que a la tercera va la vencida, y si eso cierto este nuevo blog está condenado al fracaso, puesto que se trata del segundo. El anterior, como los dinosaurios, se extinguió por su incapacidad para adaptarse a los cambios del entorno.
Sin embargo, cabe matizar una pequeña diferencia y es que, mientras que en el primer caso la culpa fue de los dinosaurios (en su obcecada ambición de esperar a las rebajas de enero para comprar la ropa de invierno), en el mío la culpa fue de los señores de 20.six (hospedadores de mi antiguo blog), que un buen día decidieron cambiar el formato de base de su página web y, por ende, de todos los blogs en ella alojados.
El resultado fue catastrófico, imágenes perdidas, links que conducían a vías muertas, carácteres ASCII invadiendo el texto.... Y así fue como, cual narcotraficante con la policía llamando a las puertas de su casa, contemplé con desesperación como todo lo que había acumulado durante dos años se iba por el retrete.
Sirva pues este breve post para dedicar un cálido recuerdo a mi antiguo blog y, sobretodo, a las madres de los señores de 20.six.